Cronicas Inutiles de Emonicas

17.7.07

"Lluvia en un 8 de agosto"

día 40 (8/8/83)

Agosto 8 2006

Se escurre entre la tela del mantel, el sórdido ruido de la noche en el viento. La melodía que escapa al augurio, parece por un momento feliz, pero mira a la cúspide celestial y se siente pertenecer al confín de la eternidad. Por momentos siente que debe llorar, por otros que algo necesita romperse. Mira nuevamente las estrellas y entiende que el cielo y la noche es la conjunción perfecta para el equivalente de la tristeza. La mitad de esas luces permanece muerta en la soledad del tiempo. Creemos que tenemos todo el tiempo que queremos pero nos encontramos acorralados con el final de tu espectro que nos llama a cada segundo y que recorre cada gota de nuestro sudor para hacernos saber hombres.
Un tumor le perturba la vida y ya le importa, una llamada en espera siempre latente y se convirtió en un castillo vació de pretensiones y con polvo del amor. La quimera perfecta para pararse frente a ese vació tan fabulador que no se deja caer.
Regresa su pasado le acaricia la mejilla y le recuerda a los seres que ya no están, a esos fantasmas compañeros y que solo se es en la niñez feliz y despreocupado cuando el mundo es simplemente tan estrecho como queramos y sin razón nuestra mente no se inquieta tan fácilmente. Siempre halla la forma de llegar, de regresar y de levantar la mano para salir al baño y escaparse entre los pasillos de sus recuerdos, un te , un disco de vinilo, un amor de letras, un compañero de siestas, un reproche y por que no un padre que lo espera con otro título más acertado entre las conjunciones de abuelo.
Fascina escucharlo pero sabe que esta solo, frío, apartado, descuidado y escupido por la sociedad que lo inmaculó, o por lo menos el así lo creyó en su fabula. Pero sabe a ciencia cierta que el acuerdo nunca fue violado cada cual recuerda como era feliz el otro y así se despidieron sin darse la mano pero con el recuerdo intacto.

Agosto 23 2008

Es la segunda vez que entro a estos pasillos, el olor a humedad mezclada con el leve hedor de excremento mal limpiado en los calabozos es penetrante hasta la garganta. Sin embargo me preocupa que mis manos sudan fervientemente, y el día es totalmente gris. Afuera ni siquiera hace calor, pero cada vez que vengo a verlo me pongo totalmente melancólico y nervioso, es como un apóstol de la soledad y de la creación de sentimientos adormecidos con la huella del tiempo. Me llamó abrumado diciendo que no podía seguir escribiendo el capitulo 11 y que me necesitaba. No tengo intenciones de volver a saber de él, o leer esos capítulos que escandalizan la bondad que conocemos pero carezco de sentido común y aquí estoy a una puerta de su calabozo…