La retórica de la letra R

Día 16

El día estaba terminando, regresaba a casa. Me sentía apenado por haber dejado ese trabajo, pero no podía llevar a cabo ese artilugio de ser otra persona, de ser alguien que no soy. Así que de todos modos debía sentirme feliz. El colectivo siempre es lo mismo, a veces parece tan agobiante, cuando los infantes salen por la tarde de sus colegios, la transpiración, la aglomeración de mochilas, de bolsos, de gérmenes y de piojos a veces me genera una fobia bastante soportable todavía, pero que algún día me hará gritar y, a manotazo de ahogado, escapar de ese colectivo infernal. Pero hoy no era un día de esos: estaba caluroso, pero sin humedad, el sol estaba en su poniente y el cielo se veía en toda su inmensidad con sus tres colores dominantes, y estos son los días que más me gustan.
Observe a dos chicos que subieron en la escuela Alfonsina Storni, a mitad de mi camino a casa y no pude evitar escucharlos dialogar.
-¿Cómo te fue en la prueba? –Preguntó una niña, bastante arrogante por lo visto.
- Bien, hice todo, creo que bien. –Contestó el pequeño (que tenia cara de llamarse Luis, así que lo apodamos así.)
- Yo seguro que me saco 10 como siempre. A ver, decí guitarra. –Sonrío picarona (que como era mala, le vamos a poner Matilde, quiero llamarla así y perdonen a todas las Matildes, algunas deben ser buenas, no lo se)
- No.
- Vamos, solo una vez.
- Bueno, te ríes pero no lo repito. Gitagha
- jejejejejje, es muy divertido, ¡¡¡de nuevo!!!
En ese momento entendí el problema de Luis, no podía pronunciar la letra R, un problema que yo había tenido también de chico y entonces, como no estaba agobiado por los gérmenes, decidí ayudarlo.
- Hey, Luis –Lo llame despacio.
- Señor no me llamo Luis. –Me dijo asombrado.
- No importa, lo que importa es tu pronunciación; sabes, yo también a tu edad y desde que aprendí a hablar que tenia el mismo problema, no podía pronunciar la R- El pequeño abrió los ojos asombrado y se quedo esperando, sabiendo que la solución a su martirio podría estar cerca.
- Sabes Luis, yo también tenia una Matilde que me hacia exactamente lo mismo que a ti, con la diferencia que yo debía decir un verso completo “R con R, guitarra, R con R tambor…” y así. Yo le tenia mucho temor a esta niña, por que era realmente hermosa y estaba enamorado de ella, y ella usaba mi defecto para divertirse, es por ello que solo me sumía en su pedido y no podía reprocharle nada. Luego años más tarde, alguien, también una chica, la hermana de un amigo que ahora debe estar terminando la facultad o cerca, me ayudo. Me paro frente a ella y me dijo “pones la lengua así y haces rrrrrrrrrr, y listo, ves que fácil” y obviamente funcionó, no me preguntes que fue, pero lo que doctores y familiares intentaron por mas de 10 años, una simple chica de un par de años más que yo con una sonrisa picarona y una ágil demostración seguida de “ves que fácil” logró que yo solucionara mi problema. Por años fui débil y tímido, en parte creo que adjudicado a esta situación que me llevo a ser así; yo no se si eres igual, pero creo que tendrías que empezar a despegarte un poco y ser tan picarón como Matilde y preguntarle si quiere ser tu novia, no creo que se niegue. Eres el único que la hace reír, que además la ayuda, la soporta con su arrogancia y que esta locamente enamorado de ella, pero que no se anima a decírselo, como yo a mi compañera que luego de muchos años termino siendo una de mis mejores amigas. Luis no me arrepiento de nada pero solo quería darte el consejo, como un viejo entrometido.
- Usted no es viejo. Parece joven. –Sonrió mientras me decía esto -. Matilde no va a querer ser mi novia, no creo. –Me susurro por lo bajo.
- Intenta si tenes ganas, no te arrepientas.
- Esta bien, pero hoy no, igual no creo que me arrepienta. –Y su cara de asombro fue increíble al notar que había pronunciado la palabra sin ningún problema -. Lo escucho señor, me salió, me salió!!! –Gritó y todo el colectivo se entero que a Luis le salía la R.
- Genial. Un problema menos, Luis. –Sonreí con la mirada no en el infante, sino en una parte de mi propia vida en donde había sido sumamente feliz y había disfrutado de los instantes sin notar la miseria de alrededor. Donde los juegos terminaban con la puesta del sol y donde un palo de escoba era un fal que hacia ganar la batalla del fuerte, salvo cuando Leo, el vecino terrible del barrio, prendía fuego el fuerte con queroseno que había robado de la estufa de la mamá. Y en donde el amor era puro y cambiante como la fragancia de las flores y solo una persona por mucho tiempo tuvo su lugar en mi corazón, distinto al de hoy.
- Lucia, mira, GUITARRA. GUITARRA, ¿y ahora?
- Que bueno, te sale, que lindo. Re lindo. –Dijo Matilde, o Lucia, sorprendida y contenta a la vez. Ella también estaba enamorada de Luis. Se le notaba.
Y yo iba llegando a la parada de mi casa y el cielo ya se había vuelto azul oscuro en los tiempos de agosto, así que me despedí de esos pequeños.
- Me bajo acá, chau Luis, si alguna vez te vuelvo a ver en el colectivo, no te voy a decir hola te voy a decir Rocky y si esta todo bien, me dirás Botolato y si no es así me dirás Balboa y nos sentaremos a charlar sobre el asunto, ¿esta bien?
- Esta bien señor. Ahh. ¿Como se llama señor?. –Preguntó Luis apresurado.
- Rocky.
- Gracias Rocky, muchas gracias.
Y así me baje en la siguiente parada. Obviamente mi nombre no era Rocky y creo que Luis lo sabia, pero tenia que asegurarme si la magia todavía funcionaba y sabia que no me podía sentir protagonista de esta historia: yo no había echo nada, absolutamente nada. Matilde era la culpable y la que junto con Luis iba a vivir ese primer amor que se tiene de niño y, a pesar de ser platónico y simple, es el que recordamos por toda la vida y que nos hace regresar y añorar las pequeñas cosas, allá sido o no en mi caso.