Andasio y Teodosio
día terciario
Andamio tenia 20 años y todas sus madrugadas se conjugaban en un solo instante. El momento en que despertaba repitiendo su cabeza una sola pregunta, ¿que le esperaba en el futuro?. ¿Que intenciones tan confusas estaban planeadas? En un recorrido ausente más que su yo Consecuente. Como este no podía contestarse esta cuestión, a pesar que tampoco nadie podía hacerlo, comenzó a angustiarse y busco ideas, vectores y filosofías que lo ayudaran a develar este importuno.
Tal es así que olvido por completo el dormir y posiblemente estaba creando un futuro inerte pero todavía a el le parecía lejano y se les escapaba de ambas manos. Era tan notable en sus propuestas que no tardo en conciliar el sueño una ultima noche más, pues había contestado su pregunta. Su propuesta era simple, valida y contaba con su entero protagonista. Nadie podría cuestionarlo, no era otra cosa mas que el, su propia fuente. Su idea consistía en delinear la idea mas utópica dentro de su idea y desde ella vectorizar sin fin de futuros posibles. Al tener todas las posibilidades solo tendría que releerla mientras las transitaba y nada le sorprendería en medio de su camino. Andamio olvido el comer, dormir, hablar, caminar y hasta llorar. Podría haber muerto pero era tal la convicción de encontrar su función en el mundo que una extraña fuerza lo mantenía latente.
El tiempo continuaba, pero el parecía no cambiar, sus rasgos no recorrían ese tiempo. Estaba parado sobre el vació temporal sobre la aguja estancada para decodificar lo que vendría. Los tiempos continuaron y como toda obra fue a sus noventa y ochos años consumida. Sin decir nada, por que había olvidado hablar, aflojo la mandíbula, llevo uno de los miles de lápices a su bolsillo derecho, acomodo una inmensa colección de las que invadían el cuarto a mares y cayo frió sobre su escritorio.
Algo lógico y esperado, pero nadie ya recordaba a Andamio, a nadie le importo. No pasaron miles de años, pero si el tiempo y Teodosio antes de salir escribió en su libreta:
“No es agotable el futuro. No es tan puro como si lo es perverso y al regresar podemos destruirlo en solo un instante. No juegues un papel más predecible que el que confiamos darte. Sin más la emoción de lo simple esta en vivir, colmarnos de acciones para escribir en el ahora nuestra indefinida historia y no idear lo que nuestros corresponsales esperan de nosotros”
Garabateo una fecha, suspiro con mueca de aire superior y salio de su desván dejando su diario abierto frente a la ventana que da a la plaza central.